viernes, 30 de noviembre de 2012

Edicion: Noviembre del 2012

Esta es la segunda edición de nuestra revista. Queremos desearles muchos éxitos a los escritores que nos han enviado sus obras y que todos disfruten de estos textos.

 

Oficina de edición de la revista 7-12-85

 


Medidas desesperadas

Todos los días Toñito salía al balcón a ver al mendigo que vivía a la vuelta de su casa mientras tiraba piedras y hablaba solo. Algunas veces sus amigos también iban a verlo al igual que los amigos de sus amigos y así fue creciendo la popularidad del muchacho. Un día fue solo al balcón y vio que el mendigo ya no estaba, así que salió a buscarlo y después de un tiempo lo encontró, descuartizado en una zanja del parque que estaba a dos cuadras de su casa, al ver el cadáver Toñito saco de su bolsillo aguja e hilo, coció los pedazos y se llevo el cadáver en hombros hasta la esquina donde solía permanecer aquel  hombre para que todos siguieran yendo a su casa a verlo. Lo que no pensó fue que después de un tiempo nadie iría a su casa por el olor a muerto que llegaba a su balcón.

Luis Felipe lengua Mendoza.


Taza de café

Sonrisa e ángel, que me aleja de mis pesadillas más horrendas.
Cabello largo, del color de la noche.
Voz de sirena, que sirve de faro en el mar de mis noches de insomnio.
Rostro de princesa, que no conoce el mal de este pútrido mundo.
Distancia, solo un impedimento superable.
Edad, que nos diferencia.
Soledad, que se apodera de mí al leer esto.
Tristeza, al conocer lo imposible.
Tus ojos, que me vuelven a llenar de fe.
Recuerdo, que no te tengo a mi lado.
Soledad, que vuelves después de ir por una taza de café.

Luis Felipe Lengua Mendoza.


 Caballo de guerra

El ser humano y la paz se casaron un día, pues se amaban tanto, como el sol a las flores y todo fue perfecto.
Los dos conversaban sobre todos los temas, jugaban amorosamente en su casa de campo sencilla pero bella.
Pero un día el ser humano dejo de amar su cabaña, pues él quería para el un palacio de oro. Por ello abandono a su amada y a su cabaña para buscar oro en una mina.
El ser humano saco toneladas de oro de la mina y con cada día que pasaba se sentía más  orgulloso de su trabajo pero también más deseoso de oro y riquezas.
Los días pasaron y el ser humano dejo de trabajar pues sus brazos y sus piernas no lo obedecían. El ser humano sufría de dolor, pues la mina era profunda y oscura, pero no tenia fuerzas para ir a la luz. En su dolor y desespero  el ser humano anhelaba regresar con su amada. Lo deseaba tanto que sus piernas y sus brazos  comenzaron a moverse hacia la luz cumpliendo el deseo del ser humano.
Pero las traicioneras extremidades solo avanzaron hasta la salida de la mina y no se movieron más.
El humano, estaba desolado.
No había nada que el ser humano pudiera hacer para regresar. Frente a él apareció el caballo de guerra, una bestia poderosa y majestuosa que lo observaba con curiosidad.
El llorar en el piso a la luz del sol, había hecho que el humano descansara y logró ponerse en pie. Tomó la rienda del caballo dispuesto a montarlo, pero rápidamente se dio cuenta que ya no estaba débil y podía irse caminando.
Pero el miedo a decaer lo hizo montar el peligroso animal.
La bestia era salvaje y briosa e hizo que el ser humano se hiriese contra las plantas y las rocas, hasta dejarlo casi al borde de la muerte.
El hombre se dio cuenta que moriría sin antes ver a su amada, saltó entonces del caballo golpeando su cabeza y su pecho contra el suelo.
Cuando el ser humano se despertó se encontró mirando un rostro conocido.
La paz le contó después de besarlo y curarlo que siguió al ser humano todo el tiempo. El ser humano se lamentó amargamente de no haber caminado  a casa lenta y cuidadosamente. La paz lo hubiera encontrado.

 Daniel Ospina
  
Y ese fue el día

“Y ese fue el día en el que conocí la expresión del ser, un día que se tornaba cálido como cualquier otro, el mar, azul como el cielo, chocaba contra las oscuras rocas, creaba la espuma, que con la arena, formaban un paisaje lleno de esperanza para quienes lo contemplaban, el sol, brillaba igual que siempre, pero se sentía humillado por un resplandor más fuerte que él; el de mis ojos, los ojos que eran la puerta a mi alma, y allí se encontraba, tan hermosa como siempre, ahí estaba,  iluminando todo mi ser; se encontraba la poesía. “      

Anónima (Laura Sofía Soto)

Paternidad Responsable

Era tu padre. Estaba igual, mas joven incluso que antes de su muerte, y te miraba sonriente, parado al otro lado de la calle, con ese gesto que solía poner cuando eras niño y te iba a recoger a la salida del colegio cada tarde. Lógicamente, te quedaste perplejo, incapaz de entender que sucedía, y no reparaste ni en que el disco se ponía rojo de repente ni en que derrapaba en la curva un auto bus y se iba contra ti incontrolado. Ya en el suelo, inmóvil y medio atragantado de sangre, volviste de nuevo tus ojos hacia él y comprendiste. Era, siempre lo había sido, un buen padre, y te alegro ver que había venido una vez más a recogerte.

Carlos Alfaro        

 


sábado, 3 de noviembre de 2012

Comunicado

Se ha abierto la convocatoria para la segunda edición de la revista. Todos los que deseen enviar sus textos deben hacerlo a los siguientes correos: revistaliteraria7-12-85.2@gmail.com y revistaliteraria7-12-85@hotmail.com.

Se ruega difundir esta informasion.


Luis Felipe Lengua Mendoza
Daniel Ospina
(Directores  Revista Literaria 7-12-85)